El microcemento puede parecer un material con un protagonismo menor, pero nada más lejos de ello. Su presencia va en aumento y se trata de un gran aliado a la hora de aportar expresividad y carácter a nuestro espacio, aquello que nos gusta llamar “un toque especial”.

Pero, ¿qué es el microcemento? A la composición de este material, cuya base consta de cemento, se le añaden otros como resinas, aditivos y pigmentación del color que aspiremos a obtener. El resultado ofrece una textura rugosa que da un efecto decorativo y singular y que lo ha llevado a ser cada vez más demandado, tanto en comercios como en zonas residenciales (particularmente en proyectos de interiorismo).

Este material cuenta con otras propiedades muy positivas, entre ellas una gran resistencia al agua y al deterioro. Además es transpirable, antideslizante e ignífugo, características que lo hacen perfecto para aplicarse en suelo y paredes sin necesidad de obra, al no ser necesario sustituir el material precedente. También es muy adaptable a formas geométricas o curvas; de este modo se concluye que puede utilizarse en prácticamente cualquier lugar siempre que tengamos claro el efecto visual que producirá. Por ejemplo, en interiores de carácter minimalista, estilo muy en auge, su superficie quedará realzada y hará contraste con los materiales más nobles.

Cabe decir que existen alternativas al microcemento que simulan su apariencia y que pueden resultar más útiles y sencillas para un uso diario y su mantenimiento. Destaca entre todas el cemento resinoso, un revestimiento resistente, duradero e higiénico que sirve de solución perfecta para cubrir grandes superficies continuas y sin juntas. El gres de porcelana o el laminado con efecto cemento, muy recurrente para fabricar muebles, o baldosas de PVC, muy adaptables, son también otras opciones buenas a considerar.